Barrios históricos

La visita al interior del Palacio empieza en el patio, proyectado por Arnolfo di Cambio y, después, modificado por Michelozzo. Pero el estilo renacentista del ambiente está dominado por las decoraciones que Vasari realizó en 1565. Desde el patio, subiendo la escalinata de Vasari, se llega al Salón de los “Cinquecento” (Quinientos), en el que se reunían los quinientos consejeros de la república.

Esta inmensa sala fue construida en 1494 bajo la supervisión de Sangallo, aunque las decoraciones son de Miguel Ángel y de Leonardo da Vinci. El primero tuvo el cargo de pintar los frescos de la batalla de Cascina, el segundo, la batalla de Anghiari. Sin embargo, los dos, por motivos diferentes, no terminaron sus trabajos.

Vasari acabó este salón después, por voluntad de Cosme I. Desde el salón se ve el estudio de Francisco I, completamente decorado por Borghini, con frescos con el tema de la relación entre Arte y Naturaleza. Del salón de los Quinientos también se accede a las estancias de León X, el primer papa de la familia de los Médicis.

Dentro, están los frescos que celebran los éxitos de León X, que también son de Vasari. En el piso superior de Palacio Viejo, están las estancias de los Elementos, que son muchas salas, todas con frescos de Vasari y de Ghepardi. En la primera sala están pintados los cuatro elementos, en las otras, en cambio, están las divinidades clásicas; en la terraza de Juno, además, se encuentra el magnífico “amorcillo con Delfín”, de Verrocchio.

En el piso superior, también están los aposentos de Leonor de Toledo, uno de ellos es la famosa Sala Verde. Esta habitación, dormitorio de la mujer de Cosme I, estaba completamente pintada con frescos de paisajes verdes de Ghirlandaio, de los que sólo se conservan algunos fragmentos. En esta habitación empieza el Pasillo de Vasari.

Al lado de las estancias de Leonor de Toledo, están la sala de la Audiencia y la sala de los Lirios, ambas diseñadas por Maiano en 1470, que se comunican entre sí gracias a una magnífica puerta esculpida por Benedetto y Giulino da Maiano, con las hojas de taracea realizadas siguiendo un diseño de Botticelli. En la sala de los Lirios, con los frescos de Ghirlandaio, se conserva una obra de Donatello: Judit y Holofernes.